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LAS VIRGENES Y TRES POEMAS

Foto del escritor: Gabriela SáenzGabriela Sáenz

Actualizado: 25 may 2023

Prosa poética y poesía. Publicado en el 2010. Llevado al teatro en diferentes propuestas y performances en Monterrey y Sao Paulo, Brasil, desde los años 2010 y hasta el 2013.



La construcción describe a través de poesía y narrativa los caminos interiores que accedemos al momento de morir, los recuerdos, los desamores y la decepción que hay que dejar atrás para acceder al reino en el cual toda evidencia devela el propio rostro: el espejo.

Este libro retoma el dramatismo de las obras clásicas griegas a cuya estructura teatral suma un carácter regional, inherente no solo en los rituales mortuorios propios de nuestras tradiciones, sino en el paisaje y ambiente norestense en los que se desarrolla.




Están todas aquí: reunidas como una sola familia. Tus mujeres idas y venidas, tus mujeres pasadas y futuras, y yo... impávida ante

el mar bravío de tus ojos de fuego, ahora oculto tras la cortina de los párpados frágiles.


¿Dónde está el legado transparente que resguardaron?

¿Dónde queda el cúmulo de imágenes capturado a libre destajo por el obturador lujurioso de tus pupilas, y que luego transformaste en letras de prodigiosa belleza?


Naciste Poeta y sin embargo, transgrediste tu vocación luminosa para hacer de ti el hombre Espacio, el hombre Espejo, el Hombre Búho; el Viajero que partió un día llevando en la mochila los sueños de sus amantes ilusorias y prohibidas, húmedas y rojas. Amantes tan terrenas y viscerales, que cargaron, vaciadas de sí, la herencia de fantasmas que tu sombra dejó sobre el calendario.

Hoy, éste círculo de orantes que intercede por el buen descanso de tu alma, está bañado por el cáliz amargo de la desesperanza. Y la lectura del rictus en los semblantes exánimes lo refleja: éstas mujeres han perdido la brújula de sus vidas. Ausentes, carentes, hambrienta cada una de la danza erótica que tu reloj de arena y su tiempo de cera derretía sobre sus cuerpos tersos ó colgados. Hechizo que alimentó sus anhelos.

Pero has muerto y nadie lo sabe, y ellas, las Vírgenes, continúan asidas al pellejo de recuerdos que pende como flores marchitas de tus ropas fúnebres: pantalón y camisa de manta blanca, tus pies calzados con zapatos de cuero beige.


Las lluvias levantan fantasmas muertos que caminan aunque duerman... ciegos. Ciegos de ojos reptiles: abiertos y extraviados, como Nube


El tiempo se ha detenido en estas cuatro paredes. No hay nada que hacer, sólo esperar. Sólo estirar las horas que te tome recorrer el paso por el valle de los muertos.


Muertos de pesado andar en la memoria

Desgastados peregrinos de una vida paralela en la que existieron y fueron amados...


Y lo sabremos por la luz que emane tu cuerpo sobre la mesa, como aura de vaho.












 




 
 
 

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