Hablar de vida, hablar de luz; hablar de arte. Hablar de sencillez y hablar de maestría: hablar de Dolores Martinez Rangel. Mi querida amiga y compañera, en mi ignorancia no intentaré hablar del tecnicismo de tu canto, ni de tu bella voz, de ma6ces dulces y al par cósmicos que resuenan a estrellas lejanas. No. Si no de la fuerte y sosegada presencia que tu figura, humana y ar0s6ca, cierne en los caminos del caminante.
De su puño y letra es un homenaje a la sombra de Alfonso Reyes. La Sombra, en un absoluto sentido literal y metafórico: la más íntima mirada de aquella, toda observadora, que acompañó sus descubrires y sus dolencias humanas más simples... la de Manuela, su mujer, su esposa. La compañera de su travesía personal que, como sombra, -en el entendido de sombra por aquello que sos6ene desde el silencio, desde el vientre, desde la madre que abraza y nutre-, supo aquilatar sobre lo más precioso del hombre, y así, amar en él lo suyo propio... con todos los desencuentros que tal hazaña supone.
Alejandra Aceves y Dolores Mar0nez Rangel, - brillante mancuerna, por cierto-, presentaron ayer noche, en el Aula Magna del Colegio Civil, una pieza única en formato y contenido que, además, recuenta en el acompañamiento musical, a otras luminarias de luz y talento propio. Un paseo que va de anochecida y vér6go, al canto de pájaros diurnos; de amanecida. Un espectáculo hermoso y vibrante, sorprendentemente breve para el hambre que despierta en el espectador... contundente; que deja un sabor a América completa, a México en concreto. Una invitación a mirarnos más allá de lo aparente de los días. A mirar la reconstrucción en la memoria de la historia personal y colec6va, fallida por subje6va. A mirar, adentrándonos a monta a pelo, más allá de los valles desolados y los falsos escenarios creados por un drama social que, en su absurda ignorancia de las realidades profundas que nos circundan y habitan, turge. A mirar lo humano. A mirarse. A m-i-r-a-r...
Gracias Dolores, por acercarnos, de nuevo, a la belleza de lo humano. De lo simple que debe ser, hacer verbo la Vida. De contemplar, contemplándonos. De escuchar, escuchando el diálogo con el otro... al fondo, consigues con tu voz y tu presencia diáfana y su6l, hacer resonar la marea de nuestra propia voz; su repicar en cada cen0metro del universo, y vibrar, vibrando, la pura Magia que cifra nuestra existencia.
Gabriela Sáenz. San Pedro, Garza García, N.L.
01 junio 2023.
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